Soleada mañana rugbística esperaba a la expedición de los jóvenes científicos, en un ya histórico campo de rugby sevillano, San Jerónimo, que ya poco se parece a esos arenales de antaño. Todos y cada uno de los componentes del equipo llegaban un sábado 15 de enero con sus ilusiones deportivas intactas, decimos todos y cada uno, porque el dichoso Sars-Cov2 y bajas de última hora mermaron la capacidad de este equipo B de sub-14 que tantas buenas sensaciones dejaron en el estadio de Chapín de Jerez.
A pesar de esas bajas, con el apoyo moral, técnico y táctico de empuje de sus entrenadores, el calor de los padres en las gradas y un entusiasmo deportivo digno de cualquier jugador de raza que viste su camiseta científica azul, los deportistas calentaban en su zona de ensayo para una larga y, digámoslo, un poco extraña jornada con un formato de juego, en los que jugaron 3 partidos con sus cortos reglamentarios minutos de juego. Con dos partidos seguidos e intensos moral y físicamente, un raro parón de casi 2 horas y un último partido, ya rozando el anochecer junto a las vetustas vías de tren que acompañan a lo largo del terreno de juego…
Podríamos destacar del primer lance contra nuestros amigos del primer equipo del CAR el coraje que dejaron sobre el césped, una primera parte en los que sus jugadores tuvieron que dar su 100% y aliarse con una oportuna patada en la banda que la diosa fortuna dio el bote perfecto para que su jugador en el ala aprovechara magistralmente para encajar el primer ensayo. Del segundo tiempo sólo podemos decir que nuestros jugadores tiraron de orgullo y se desgañitaron para soportar los envites del Car, los cuales consiguieron sólo dos marcas más, dando por finalizado un honroso partido contra un equipo evidentemente superior en juego y tamaño.
Con el tiempo justo de un poco de agua y sin apenas tiempo de limpiar las heridas sangrantes, no sólo físicas sino morales, nuestros jóvenes se lanzan de nuevo al campo contra un equipo muy igualado al nuestro, los Marianistas de Jerez. La primera parte dejó entrever el desgaste psíquico que aún daba vueltas por esas pequeñas cabezas tras perder el primer partido, pero con una madurez mental impropia para su edad, consiguieron levantar todos juntos sus ánimos. Ese es el espíritu del rugby, en esos momentos, en aquel campo, es cuando aflora en sus almas el espíritu de William Web Ellis allá por 1.823 en los terrenos ingleses. El empuje sólido de 15 jugadores rompió sus líneas de defensa y dio sus resultados con dos ensayos magníficos para la moral. Cabe decir, la importancia que empieza notarse en estas categorías de las transformaciones a palos, pues un pequeño apertura imberbe demostró y dejó a todos boquiabiertos por cómo fue capaz de pasar los 3 palos con distancias y ángulos en los que sólo creíamos capaz de transformar a un adulto, con los posteriores gritos de asombro y alegría de sus compañeros, y las palmadas en la espalda de su entrenador, que eso sabemos que siempre le viene bien a un deportista.
Tras acabar el partido, comienza algo que a estas edades es tan difícil gestionar, un parón físico que les dejó fríos, de casi 2 horas como ya expresamos anteriormente. Complicada situación para un deporte tan intenso como el nuestro.
Así pues, con más empuje físico que moral, se iban calzando sus botas y levantando sus medias blancas y azules. Comienza el último partido.
Los chicos se enfrentaban a un rocoso y gigantesco rival como el Portuense, y la primera parte dejó entrever esa falta de continuidad, con sucesivas imprecisiones, no propias ya para su edad. La segunda parte, de nuevo, los jugadores tocados en su honra por vislumbrar otra derrota, levantaron sus ánimos de nuevo, con destellos de calidad de algunos de sus científicos pero que no resultaron suficientes para ganar tan gran empresa como es el Club Portuense.
No somos ajenos a la dificultad de los tiempos que corren, ni tampoco nuestros hijos, por eso debemos reconocer que en estas fechas, contra rivales tan potentes y formatos de juego tan dispares, hay que agradecerles cuando llegan a casa sudados, sangrando y doloridos que con una simple sonrisa y una sincera mirada nos dicen: no pasa nada, en los siguientes partidos lo haremos mejor.
CIENCIAS MAGNO CUM LABORE SUMMUM ASCENDITURE
Gema Díaz
Fotografía: Juan Pedro Oltra


