M18. Y USTED, ¿CÓMO QUIERE EL ROSCO DE REYES?
Permitidme, amigos lectores, que en mis primeras palabras de este 2022, tenga un humilde pero sincero, y sentido recuerdo, hacia nuestro león Kawa Leauma. Acabó 2021 con la trágica, y triste noticia de su fallecimiento, que nos dejó por su dureza, e incredulidad a todos los fieles del rugby nacional derrumbados, y consternados. La vida es tan impredecible y a veces tan injusta, que ha querido que el Sr. Leauma no dejara escapar el balón de touch que se desvió al cielo, y en su afán de atraparlo finalmente se fue con él. Pero, este mundo no para, y en estas dolorosas situaciones no existe posible contra-ruck, teniendo necesariamente que hacer de tripas corazón, y empujar en la melé más rasa si cabe. Mi más sentido pésame, para su esposa, familiares, y como no al AMPO Ordizia, por esta pérdida tan irreparable, e intemporal. Descanse en paz Kawa Leauma; jugador de rugby.
Tras este preludio, que nunca se debió escribir, aparece de nuevo en escena el cronista, estrenando con más ilusión que nunca un nuevo año. Y este 22 se me antoja muy rugbístico; al menos da para el chiste fácil, ¿verdad?.
Tal como marcan las fechas, es de obligado cumplimiento felicitaros el nuevo año, y desearos sobre todo salud. Y no es tarde para este menester, pues estoy convencido que más de uno aún le falta por abrir algún regalo en casa de sus abuelos, o de sus padrinos. Y los más golosos, aún están dando buena cuenta de su rosco de Reyes, que espero no sea de esos que han sido denunciados por una hipócrita nata en su relleno.
Sin más dilación, y tras estos oportunos saludas, apretaros el cinturón, porque ahora vienen curvas y pendientes con tal grado de inclinación que asustan. Así que; ¡Crouch, Bind, Set!.
La segunda jornada de la liga Sub 18 del grupo A, dispuso tras las fiestas un duelo muy interesante entre el vigente campeón de liga; el C. R. Málaga, y el subcampeón; el Ciencias. Y la verdad es que la expectativa generada no cayó en saco roto, y corroborando lo previsto, ambos equipos tuvieron a bien ofrecernos el mejor regalo de Reyes que un aficionado a este deporte puede recibir; el juego purísimo del rugby. Y me diréis, “purísimo” ¡ya empezamos con las cursilerías!. Pues sí, me reafirmo en esa adjetivación del sustantivo, porque el pasado sábado la Cartuja fue testigo de un espectáculo deportivo de altísima mira, con dos equipos que se dejaron la piel hasta el pitido final, de la manera más inmaculada que se entiende en el deporte, con la verdad del juego, y con los sentimientos enarbolados bajos sus colores.
Pero no todo fue perfecto; siento fastidiaros la lectura. El cronista es como es, y no tiene arreglo. Así que, para ponerle un punto negativo al encuentro, tenemos que referirnos a las expulsiones temporales de ambos equipos, que fueron magníficamente juzgadas, y que no deben caer en el olvido por parte de los profesores. Estas desafortunadas acciones, deben ser estudiadas, y analizadas con todo el equipo; no solo con sus infractores, para evitar así su repetitividad en la vida rugbística del jugador.
Tras este oasis en el desierto, volvamos a lo acontecido que como os he adelantado fue espectacular. El Málaga y el Ciencias, son dos equipos que se respetan y de qué manera, pues ambos son conocedores de las capacidades que atesoran sus jugadores. De esta forma, el inicio del encuentro ya presagiaba que en la cancha se presentaban dos rivales con tablas, muy complicados de doblegar. Aquí, cada uno sabía perfectamente lo que tenía que hacer en todo momento. No había hueco para la sorpresa. ¿Y por qué era todo tan previsible?, pues, porque la propuesta rugbística de ambas escuadras es casi idéntica, y no es otra, que jugar un rugby total, serio, elegante, y muy formal. Cada acción era ejecutada a la perfección, siguiendo la teoría del cuaderno de apuntes. Y así, los hechos fueron los siguientes:
El primer ensayo del Ciencias tras un error del Málaga, fue rápidamente contrarrestado con idéntica respuesta a escasos dos minutos de diferencia, lo que denotaba la capacidad del equipo oriental, y la facilidad tan aplastante para llegar a la línea de marca, con un juego paciente, que sin prisas alternaba el juego a la mano cuando era necesario, con el juego de sus gordos. Una maravilla. Y así transcurrió la primera parte, con un juego tan intenso y delicioso, que mantuvo en vilo al espectador, olvidándose incluso de la imprescindible cerveza hasta el asueto.
La segunda mitad, fiel reflejo de su anterior. Tal era la igualdad entre malagueños y sevillanos, que el desequilibrio se vislumbraba más fruto de un castigo por error; totalmente comprensible, dada la intensidad de las acciones, que por una llegada a línea de marca. Y así fue, un magistral tiro a palos desde medio campo, adelantó a la escuadra malagueña. Los científicos, en contra de venirse abajo, se sobrepusieron con mucha seriedad y paciencia, y esperaron su oportunidad. Y así, fruto de nuevo de un golpe de castigo, vino una touch-mol dentro de 22 que se transformó en marca.
Si cree el lector que los verde-morados se dieron por vencidos, ni os imagináis los últimos cinco minutos. Un asedio constante dentro de cinco metros, que los científicos defendieron con orgullo hasta la extenuación. Elevando la defensa de la línea de marca, a su mayor exponente. Sobresaliente el ataque, y sobresaliente la defensa. En definitiva, un grandioso partido, que será recordado por todos los asistentes por el altísimo nivel de rugby, y el orgullo de sus treinta jugadores. Enhorabuena al C.R. Málaga, y al Ciencias, por brindarnos este excelente encuentro, y hacernos disfrutar y de qué manera de este bello deporte.
Es momento de meter el bisturí, y analizar el juego de ambos equipos. Pero, esta vez la intervención va sin protóxido de nitrógeno. Comencemos por los visitantes. El Sub 18 del C.R. Málaga; tengamos presente que es el vigente campeón de liga, es un equipo muy compacto, muy serio, y muy trabajado. Sus jugadores son valedores de un rugby de cátedra, y lo ejecutan a la perfección. Escogen perfectamente el momento en el que tienen que patear para jugar en cancha contraria, ejecutan una presión excelente sin oval, su placaje es contundente, pero su mejor virtud, bajo mi punto de vista, es su movilidad en las fases, y su capacidad de improvisación de cambio de sentido de estas. Analizan perfectamente lo que pasa tras el ruck como si fueran Suricatos, y modifican rápidamente y sin error el sentido del juego, de un lado a otro las veces que hagan falta, siempre buscando el espacio del contrario por donde percutir. Por si esto fuera poco, sus patadas defensivas siempre tienen sentido, y buscan el espacio si ocupación. Pero además, sus gordos son complicadísimos de placar, siempre se mueven en dinámico, y siempre ganan metros. Como guinda al pastel, tenemos que destacar que como integrante de este genial equipo, participa Alberto Carmona, un león que, a su temprana edad ya ha debutado a nivel internacional, y con rotundo éxito. No todos los equipos de Sub 18 pueden presumir de este regalo. Nosotros, los aficionados a este deporte, hemos tenido el privilegio de disfrutar de todas estas excelencias. Evidentemente, estos méritos no se consiguen en el sofá de casa, viendo la Calcuta Cup. Se alcanzan, gracias a la dedicación y dirección de un equipo técnico, que me consta disfruta, y son apasionados del rugby. Enhorabuena, por hacemos disfrutar de este nivel de juego, en chicos cuyas edades van entre los 16 y 18 años. ¡Vaya futuro tan esperanzador!.
El análisis del quince científico, es más simple, pero no por ello menos interesante. Su dinámica, se basa en cuatro pilares. Trabajo, trabajo, más trabajo, y humildad. Se nota, y de qué manera la dedicación de Ale y Miguel con los chicos. Todos son uno. El ambiente es inmejorable, y la evolución es notable. Y lo expreso con independencia del resultado. Los hechos son evidentes, solo hay que tirar de la estadística, y ver cuantas melés se formaron en el encuentro. Creo que muy pocas, lo que denota la falta de errores en el pase, y el altísimo nivel de juego empleado. Este era uno de los hándicaps. El otro; el placaje. Va a mejor, aunque tal como diagnosticaría un médico, evoluciona lentamente, por lo que hay que insistir en su práctica. El ruck; bastante mejor, más veloz, y bien protegido. Las touch; sin comentarios. En cada encuentro una gratísima sorpresa. Increíbles. Las decisiones tras los golpes; a semejanza de categorías superiores, pausadas, y analizadas. En mi opinión acertadas, y muy bien ejecutadas. En definitiva, un juego notable con un amplio margen de mejora. Y, sobre todo, un nuevo empujón hacia la madurez rugbística de los jugadores, que es lo que realmente nos interesa.
Mirad, es complicado darse de sopetón con una disputa tan honrosa, y noble por parte de dos contendientes. Y no me refiero exclusivamente a nuestro deporte. Esta aseveración, la traslado a otros órdenes de la vida. Así, en las contadas ocasiones que aparecen estas oportunidades, hay que entregarse a ellas sin complejos, pues en ellas encontraremos la virtud de la humildad, tan necesaria para alcanzar el éxito. Ya os adelanto, que la fecha del sábado 8 de enero de 2022 quedará grabada en mi memoria, como uno de esos extraordinarios días en que, tras un encuentro de rugby, no hubo vencedor. Siendo honestos, ni el Málaga venció al Ciencias, ni el Ciencias venció al Málaga. Afortunadamente, el rugby nos venció a todos, y nos demostró lo maravilloso y emocionante que puede llegar a ser este deporte. Por eso, si Dios quiere, cuando el año que viene vaya a comprar el rosco de Reyes, y Rafael me pregunte; ¿Y usted de qué quiere el rosco?, le contestaré:
– Mire Rafaél, ni de nata, ni de trufa, ni de cabello de ángel. Lo quiero como el del 2022, relleno hasta las trancas de buen rugby. A ver si tenemos suerte, y de nuevo nos toca la sorpresa.
¡¡MÁ-LA-GA!!, ¡¡CIENCIAS, CIENCIAS, CIENCIAS!!
Paco Alfonso
Fotografía Eva Martín


